Una isla que parece desierta para Ada y Laura. Y eso, a pesar de la compañía. Una isla oscura, llena de dolor y de secretos. Una isla bañada por la soledad, en la que la mente y el cuerpo se sitúan en extremos opuestos para no mirarse a la cara. Para no decirse lo que hay. Para no reconocer lo que hay. Porque... ¿qué ocurre con el dolor que no se cuenta? ¿A quién perjudica el dolor que no se revela? «La isla explora esa fina línea que separa lo que sentimos de lo que podemos reconocer que sentimos frente a los demás y frente a nosotros mismos», cuentan desde Histrión Teatro.
En esa isla también se encuentra el director y dramaturgo Juan Carlos Rubio, que en los últimos años ha sido el alma de la Muñeca de Porcelana de Mamet, de las misivas de Lorca o de los pasos de baile de Juana, que por su montaje o por su guion han recibido el aplauso del público segoviano con intensidad. Él ha sido el encargado de poner sobre el papel el dolor profundo e inconfesable que se ha apoderado de las vidas de Ada y Laura y que habita y pelea en la conciencia de ambas.