Aquí manda Trujillo, Rafael Trujillo, el general Trujillo, el dictador Trujillo. Manda él y, como todo general y dictador, tiene a su mando a fieles ‘cerebritos’ como Cabral, Agustín Cabral, el padre de Urania Cabral (Lucía Quintana), la otra protagonista de esta fiesta, quien va y viene del pasado al presente para contar, junto a su padre moribundo, por qué escapó de la República Dominicana cuando apenas era una niña. Cuando su padre era uno de los hombres de confianza de uno de esos hombres en los que es imposible confiar.
Trujillo es cruel, es megalómano, es uno de esos dueños del terror; capaz de sembrar el miedo allí donde va. Trujillo consigue que, gracias a ese miedo que infunde, todo su alrededor se confunda, se degrade, se rebaje hasta una oscuridad insoportable. Y Carlos Saura, ayudado por el trabajo de Natalio Grueso en la adaptación al teatro de la novela de Vargas Llosa, consigue que ese miedo llegue, de los ojos de Juan Echanove a la mirada del público. Consigue que La fiesta del Chivo estalle en aplausos entre las butacas... por muy peculiar y terrorífica que parezca.