Varias torres de la muralla exterior, en parte desmochadas, permanecen aún en pie, desafiantes, unidas entre sí por las murallas de tapial que circundan el recinto de la fortaleza construida sobre la iglesia de San Miguel. En su día fue ciudadela amurallada que protegía la zona. Lo que permanece tiene excepcional valor histórico: una joya militar única en el panorama de las defensas de la Alta Edad Media.