Fue un antiguo esquileo, hoy en día sólo quedan restos de una de las tres casas de esquileo que dan nombre al pueblo. Las ruinas recuerdan aquellos edificios del Paular que durante años registraron una importante actividad en un pueblo en el que la relación con la nobleza va más allá de la iglesia que el rey Carlos III. En el siglo XIX, todos sus vecinos se empleaban en el transporte de maderas, ganados y lanas de esos esquileos a la Corte. Llegaron a funcionar dos esquileos, el del Paular y el de la fundación docente de Don Diego Ochoa Ondátegui.