Museo de la Resina de Navas de Oro, recordar el pasado mirando al futuro

Museo de la Resina de Navas de Oro, recordar el pasado mirando al futuro

Dar a conocer la tradición del oficio de resinero y la historia industrial ligada a este aprovechamiento forestal es la finalidad de este espacio municipal que, además, se puede completar con una visita a las modernas instalaciones de la fábrica abierta en 2018.

 

La resina es una sustancia orgánica que originan determinadas plantas, especialmente las coníferas, en forma de película pegajosa y su función es protegerlas de agentes externos: insectos, hongos, etc. Sus características han motivado que desde el origen de la humanidad haya tenido aplicaciones muy diversas, empezando por la iluminación de las cavernas, el transporte del fuego o calentar alimentos, así como impermeabilizar maderas para hacer las embarcaciones… La resina ha tenido y tiene usos domésticos, comerciales y hasta bélicos. Muchas civilizaciones han basado su dominio sobre amplias zonas del planeta en su potencia naval y derivados de la resina como la pez han sido fundamentales en esa tarea.

Más recientemente, en la primera mitad del siglo XX, el Comité de Material de Guerra de los Estados Unidos llegó a manifestar durante la Segunda Guerra Mundial que “ningún barco podría hacerse a la mar, ningún avión podría volar ni disparar ningún fusil si, por cualquier circunstancia, se interrumpiese la producción de resina”. Su versatilidad sigue siendo uno de sus puntos fuertes en industrias de la cosmética, medicamentos, disolventes y pinturas, etc.

Actualmente, puede considerarse que “la resina es uno de los ‘bio-materiales’ que pueden servir como base para una nueva química menos dependiente de los derivados del petróleo y está perfectamente integrada en una gestión forestal sostenible”. Así lo recoge en su página web la empresa Resinas de Navas de Oro, una de las principales productoras europeas de colofonia y aguarrás o trementina, inaugurada en 2018.

El alcalde de Navas de Oro, Victorino Rubio, afirma que sus modernas instalaciones cuentan con tecnología puntera, principalmente portuguesa, uno de los estados de la UE líderes en producción de derivados de la resina.

Pero la vinculación de Navas de Oro con la resina viene de mucho tiempo atrás, casi tanto como sus pinares de pino negral (pinus pinaster), el adecuado para la producción de la resina o miera. Ya en el siglo XIII, el rey Alfonso X el Sabio otorgó aprovechamiento de los montes y dehesas a todos los vecinos y moradores de la Tierra de Pinares, ya fuesen pobres o ricos, “son del común de cada cibdad e villa…los montes e las dehesas”.

La arquitecta Raquel Martínez Fernández, en una investigación sobre las pegueras de la Tierra de Pinares sostiene en base a distintas fuentes que la industria resinera española tuvo una gran importancia entre finales del siglo XIX y la década de los 70 del siglo XX. España alcanzó la tercera posición mundial de producción y exportación, aunque a una distancia considerable de EEUU y Francia. La extracción de resina constituyó una actividad importante dentro de la economía rural y llegó a realizarse en 20 provincias y en más de 400 pueblos.

El abogado e historiador segoviano Carlos de Lecea afirmó en la segunda mitad del siglo XIX que en la Tierra de Pinares —Zarzuela del Pinar, Navas de Oro, Coca y en las proximidades de Cuéllar— existían entonces 11 fábricas de aguarrás, 16 de pez y 2 de resinas.

“Los señores Falcón, Ruiz y Llorente establecieron en 1862 en la villa de Coca la primera de estas fábricas en España, con el título de La Resinera Segoviana, habiendo obtenido, al efecto, la facultad de explotar unos 40.000 pinos por cinco años”, destacó Lecea.

A mediados del siglo pasado, el Consejo Superior de Industria informó de que en 1950 la industria resinera segoviana contaba con 27 destilerías y 14 fábricas de pez, todas ellas concentradas en Tierra de Pinares, destacando las de Coca, Nava de la Asunción, Navas de Oro, Navalmanzano y Cabezuela.

La compentencia de otros países con mano de obra más barata llevaría al declive de esta industria tan importante, entre otros motivos, por estar enclavada en el medio rural. Ni la flexibilización de las barreras aduaneras de 1959, ni la acción oficial consiguió impedir la crisis y aunque la actividad se prolongó hasta la década de los 70 del siglo XX en la mayor parte de provincias prácticamente desapareció y en la de Segovia se extendió con dificultades hasta los años ochenta y no llegó a perderse del todo aunque llegó a ser testimonial a partir de los noventa y hasta su recuperación en los últimos años.

El gentilicio de Navas de Oro es peguero/peguera, nombre que hace referencia a la tradición resinera de este municipio segoviano, distante 46 kilómetros de la capital de la provincia, y donde casi 4.000 hectáreas del total de 6.100 que tiene su término son superficie forestal.

Los pegueros se muestran orgullosos de este pasado resinero. “Por supuesto, faltaría más”, comenta el alcalde, que destaca que, en la actualidad, en los montes públicos municipales o de la Comunidad de Villa y Tierra de Coca la explotación resinera “está cubierta por gente del pueblo o de los alrededores, resineros que ahora utilizan técnicas modernas; nada que ver con lo de antaño que era muy duro. Ahora trabajar en el pinar es más cómodo, es un trabajo que puede hacer cualquiera”.

El propio paisaje del pueblo está marcada por ese pasado ligado a la resina, porque llegó a tener tres fábricas y las antiguas chimeneas, alguna con más de 40 metros, son el testimonio del legado de otras épocas de esplendor industrial.

 

Fruto de esta tradición el Ayuntamiento de Navas de Oro, con el apoyo del grupo de acción local Aidescom Campiña Segoviana (Asociación Intermunicipal para el Desarrollo Local de la Comarca de Santa María la Real de Nieva), inauguró, hace nueve años, en 2013, su Museo de la Resina, reabierto en 2020 después de un paréntesis y ubicado en los antiguos lavaderos del pueblo. Supuso una inversión en torno a los 60.000 euros.

La finalidad de este espacio es mostrar a los visitantes la gestión del monte para su resinación y los oficios (resinero y peguero, sobre todo) a través de maquetas, incluyendo una de una fábrica, fotografías, una amplia colección de herramientas, el producto en bruto (la miera) y procesado (colofonia y aguarrás), así como una muestra de los derivados: ceras depilatorias, disolventes, un bálsamo muscular, pinturas…

En su colección se encuentran las piezas más relevantes para los distintos métodos utilizados en el pinar y su evolución, como la técnica de Hugues, pica de corteza y rayón, este último sistema “inventado” por un vecino de Navas de Oro, según sostiene Rubio.

En el museo pueden observarse también troncos disecados en los que se plasman las técnicas de resinación, fotografías personales de antiguos resineros y una pequeña biblioteca con artículos, folletos, libros y revistas sobre el ámbito de la resina.

Prácticamente todas las piezas expuestas son donaciones de vecinos del pueblo, antiguos resineros o sus familiares, motivados por divulgar y dar a conocer su historia a las nuevas generaciones.

Para visitar el Museo de la Resina de Navas de Oro es necesario reservar previamente en el teléfono 921 591 000. El Ayuntamiento ofrece visitas guiadas en las que se explica detenidamente cada método, maqueta y herramientas expuestas y se complementa con vídeos y juegos para los más pequeños.

De momento, las visitas son gratuitas y aptas para todo tipo de público, muy recomendables para grupos familiares de amigos. El alcalde explica que es posible que a partir de enero se cobre una entrada, aunque será muy asequible, para poner en valor este espacio que forma parte de todos los vecinos, algunos de los cuales han hecho donaciones.

Existe la posibilidad de complementar la visita con un recorrido guiado por las instalaciones de la moderna fábrica de Resinas de Navas de Oro, diseñada para destilar 8.000 toneladas al año de resina, y cuya propiedad tiene sólidos vínculos con esta zona de la provincia. En 2019 recibió financiación dentro del programa REINDUS del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, para un proyecto sobre ‘Técnicas avanzadas de destilación de resinas naturales’.

 LA PEGUERA
 

También merece la pena una visita a la peguera que el Ayuntamiento reconstruyó en la zona recreativa de El Sumidero, aproximadamente a un kilómetro del núcleo urbano.
Se llama peguera a un tipo de horno que se utiliza para la producción de la pez, gracias al aprovechamiento de barrojos (hojas de pino), sarros, (barrojos con resina) y roña (corteza de pino impregnada en resina).

Son construcciones con una forma parecida a una choza y exteriormente podrían ser confundidas con un horno alfarero. Están construidas con adobe y barro o ladrillos macizos, resistentes al calor y a las altas temperaturas.

No poseen unas dimensiones concretas y están formadas por dos piezas conectadas por un conducto: la primera, es una cámara u horno de combustión, ligeramente enterrada en el terreno para un aislamiento térmico más eficaz, que se cubre con una bóveda de unos dos metros de altura que se abre en uno de sus lados en una boca estrecha y alargada, con forma de arco ojival apuntado. Normalmente se resuelve con una rosca de ladrillos macizos de un pie, alternando hiladas a soga y a tizón y se tapa con adobes para realizar la quema dejando un hueco en la parte superior que sirve como chimenea. Desde la boca, el suelo de la peguera o muela desciende hacia la parte contraria, donde se ubica un pequeño orificio, el conducto comunicante o pililla, que con una cierta inclinación conecta el horno a la segunda pieza, la hoya o pozo de pez, de planta circular y excavada en el suelo o construida con adobes, que puede alcanzar una profundidad de hasta 1,60 metros. Tenía una tapadera de chapa con asa. La fiera era un orificio en la parte baja de la hoya, que siguiendo el mismo eje da a una cavidad donde se recogía la pez.

Se cree que el nombre de fiera se debe a la agresividad con la que salía la pez en este proceso, dada la elevada temperatura y fluidez. Era tradicional echar patatas en la fiera, que se asaban en muy poco tiempo y hacer tertulias.

La pez se comercializaba para utilizarla directamente como alquitrán o para elaboración de aceites y barnices. Para destinarla a empegar pellejos, botas y cubas, se cocía de nuevo dentro de la hoya, pero se producía una merma de un 10/12% y se aderezaba para quitarle el olor a humo, y para que no se solidificara, cociéndola durante aproximadamente un día entero con ajo, cebolla y cáscara de naranja.

El Ayuntamiento de Navas de Oro está recreando su funcionamiento, así como exhibiciones del oficio de resinero, en la programación de su Verano Cultural.

 

Fuente: El Adelantado de Segovia