El Casco Viejo de Segovia A continuación te presentamos nuestro primer itinerario de monumentos religiosos en la ciudad de Segovia. Acompáñanos y descubre rincones únicos en el casco viejo que no te dejarán indiferente. Empezamos en el Acueducto El Acueducto, nuestro punto de partida en los itinerarios por la ciudad, también tiene una relación directa con el tema religioso. En su parte central sobre el Azoguejo hay una hornacina por cada lado; en la que mira al Occidente se encuentra colocada una imagen de la Virgen, mientras que la hornacina situada en el lado Oriental está vacía desde hace años, al retirarse de ella una escultura deterioradísima de San Sebastián. Caminamos por la empinada Calle Real, arteria principal de la ciudad (en realidad la forman la calle de Cervantes, la de Juan Bravo, la plaza del Corpus y la calle de Isabel la Católica), y pronto llegamos a un muy bello espacio con escalinatas y nobles edificios, que popularmente se llama plaza de las Sirenas (por dos esculturas que en ella existen y que no son propiamente sirenas), integrado por las plazas de Medina del Campo, con la estatua del comunero Juan Bravo, y en la parte superior, la plaza de San Martín, junto a la iglesia parroquial del mismo nombre, que dispone de dos bellísimas puertas, exterior e interior, en el lado Oeste, y muy originales capiteles iconográficos en la pared norte; también hay un gran atrio con buenos capiteles en la cara Sur; en su pared existen varias lápidas que parecen corresponder a enterramientos. En el interior del templo debemos admirar un magnífico Cristo Yacente, que se atribuye a Gregorio Fernández, parece que con toda razón; un pequeño pero muy valioso museo exhibe un magnífico tríptico flamenco de Adrián Rembrandt, dos bustos relicarios de San Marcos y San Lorenzo, una preciosa talla de San Francisco de Asís, de Pedro de Mena, y otras no menos importantes pinturas e imágenes. La Judería A poca distancia de este templo nos encontramos con la plaza del Corpus Christi, en la que existe la iglesia del mismo nombre junto a un convento de Religiosas Clarisas; el templo fue Antigua Sinagoga Mayor Judía. En fecha muy reciente se han terminado los trabajos de recuperación y restauración de arquerías, capiteles y vidrieras de la anterior sinagoga, que fueron destruidos en buena parte por un incendio en 1899. Las religiosas de este convento realizan trabajos de encuadernación por encargo. Justamente en este punto del convento del Corpus Christi y por la estrecha callejuela llamada Judería Vieja, se entra en el antiguo trazado del barrio judío, que hoy figura incluido en la Red de Juderías de España “Caminos de Sefarad”. Hacia la mitad de esta calle, una bella portada de granito da acceso a distintas dependencias, entre ellas un Centro Didáctico de la Judería; es la casa del eminente segoviano Andrés Laguna. Parece que también parte del edificio perteneció al judío converso Abraham Sennior. Pero si continuamos por la calle Real en su último tramo (Isabel la Católica), enseguida desembocamos en la Plaza Mayor. A nuestra derecha, la iglesia de San Miguel, construida tiempo después de haber sido derribada la primitiva, que ocupaba el centro de la plaza y en cuyo atrio fue proclamada reina Isabel la Católica el 13 de diciembre de 1474. De aquella primera construcción se conservan unas esculturas que han sido reemplazadas por copias en la fachada del templo para mejor conservarlas, y que se muestran en el espacio de acceso por la calle del Cronista Lecea; pueden verse desde el exterior. En el interior, de considerables dimensiones, hay un artístico sepulcro de los Rueda y el del ilustre segoviano Andrés Laguna (1499-1559), científico y humanista, médico en la corte de Carlos V y de los papas Paulo III y Julio II, autor de los comentarios al libro “Materia Médica”, de Dioscórides, y del famoso “Discurso de Europa”. La Catedral Cruzamos la Plaza Mayor para visitar la Catedral, sobre la que no vamos a entrar en mucho detalle, pues puede visitarse con guías. No obstante, para añadir a lo mucho que puede contemplarse en el templo, cabe señalar que, en el altar del trascoro se encuentra la urna que conserva los restos de San Frutos, patrono de la diócesis de Segovia (viajando por la provincia habrá ocasión de visitar su ermita junto a las Hoces del río Duratón), y en el claustro, situada a cierta altura, una inscripción que da fe de encontrarse enterrada allí la judía conversa que fue arrojada desde las peñas grajeras, acusada de adulterio, y como se encomendase a la virgen de la Fuencisla, llegó sana al suelo; se convirtió al catolicismo y aquí tiene su sepultura. En el actual museo está la pequeña tumba con la efigie dorada y estofada del infante Don Pedro, hijo de Enrique II, que cayó al foso desde una de las ventanas del Alcázar, en un descuido de su ama que se arrojó tras él al vacío. Al salir de la Catedral enfilamos la calle del Marqués del Arco hasta los jardines de La Merced (aquí existió un convento de mercedarios, levantado sobre los restos de lo que fue sinagoga menor judía) donde, a nuestra derecha, encontramos el convento de las Madres Carmelitas, que fue fundado por Santa Teresa de Jesús. La comunidad de religiosas realiza hoy artesanía textil para venta al público. Por el Barrio Judío Desde La Merced se puede entrar en el antiguo barrio judío a través de las calles de San Geroteo, en la que se encuentra el antiguo colegio de Madres Jesuitinas, en cuyo interior hay restos de la sinagoga de los Ibáñez, una de las cinco que hubo en la ciudad; Almuzara (nombre que proviene de un molino de aceite o Almuzara), Refitolería (así llamada por ser el refitorio donde el cabildo catedral daba comidas a los pobres) y Judería Vieja; esta última lleva a la Puerta de San Andrés (una de las tres que se conservan), en cuyo reducido interior se ha instalado un Centro de Interpretación del Barrio Judío; desde aquí, por una empinada escalinata se puede descender al valle del Clamores (arroyo cubierto hace años), a través del cual se tiene acceso al cementerio judío ubicado en el paraje denominado El Pinarillo, donde se conservan varias tumbas a cielo abierto y en cuevas. En la plaza de la Merced está la iglesia de San Andrés, que conservan dos obras de Gregorio Fernández e imágenes del desaparecido convento de La Merced; una piedad de José de Ratés, un relicario en plata con una reliquia del santo titular del templo y tres lámparas de la primitiva Fábrica de Cristal de La Granja. El presbiterio tiene la originalidad de estar ligeramente descentrado del cuerpo central del edificio. El Barrio de las Canonjías Frente a la iglesia sale la estrecha calle de Adolfo de Sandoval (prolífico novelista segoviano) que lleva a lo que fue barrio de las Canonjías, residencia de los canónigos de la primitiva catedral cuando ésta se encontraba ubicada en lo que hoy son jardines de acceso al Alcázar; se conserva la puerta de la claustra, que daba acceso al recinto y que se sitúa en la hoy llamada calle de Velarde (el capitán que, junto a Daoíz, ambos provenientes del colegio de Artillería de Segovia, defendió el parque de Artillería de Madrid ante la invasión napoleónica), por la que nos encaminamos hacia la del vallejo donde hace pocos años se colocó una estatua de San Juan de la Cruz, obra del escultor José María García Moro; algunos metros más abajo del paseo que lleva el nombre del santo, se conserva una cruz de hierro clavada en una roca en la que una inscripción dice que es creencia general que San Juan descansaba en este lugar cuando subía a la ciudad desde el Convento de Padres Carmelitas por él fundado. El Palacio Episcopal Volviendo sobre nuestros pasos en dirección a la plaza de San Esteban, encontramos en ella el templo que la da nombre, con un pequeño atrio junto al que se alza la esbelta y bellísima torre que, con sus seis cuerpos, es un ejemplar singular del románico. Ocupando todo un costado de la plaza está el edificio del Palacio Episcopal. Frente a la puerta de la iglesia está la de la Santísima Trinidad, con un interior románico de gran belleza; destaca una tabla con dos ángeles sosteniendo la Santa Faz, que unos atribuyen a Ambrosio Benson y otros al “Maestro de Segovia”. Por la calle de San Agustín buscamos un pequeño jardín junto al que una escalinata nos invita a bajar hasta la plaza de Colmenares, nombre que recibe del primer cronista segoviano Diego de Colmenares, cuyos restos, según la tradición, reposan en un sepulcro en el interior de la iglesia, de la que fue párroco, de San Juan de los Caballeros, ubicada en la misma plaza, próxima a la muralla. Es una bella muestra del románico, de grandes proporciones en su interior, donde existen otros dos enterramientos de los que se dice que son las tumbas de los capitanes segovianos Día Sanz y Fernán García, conquistadores de Madrid. Este templo fue sede de los llamados nobles Linajes. Sobre una de las naves se conserva la vivienda que habitó el gran ceramista Daniel Zuloaga, que adquirió este templo en ruinas para convertirlo en su taller, en el que también pintó su sobrino Ignacio Zuloaga. Hoy, esta dependencia es museo de las obras del ceramista, entre las que hay varias con motivos religiosos. Finalizamos nuestra ruta Por la calle de Los Zuloaga ascendemos de nuevo a la de San Agustín, que cruzamos para tomar la de Joaquín Pérez Villanueva (Gobernador Civil de la provincia, 1946-1950) que nos conduce a la también iglesia románica de San Sebastián; desde aquí, a la derecha enfilamos la calle del Licenciado Peralta (culto militar segoviano que defendió la causa de doña Juana, hija de los Reyes Católicos), donde hay otro convento, de Concepcionistas Franciscanas, cuya comunidad trabaja la repostería para la venta. Llegamos a la plaza del Seminario, donde vamos a terminar este nuestro primer itinerario de turismo religioso. Allí se encuentra la gran fachada granítica del antiguo Seminario Conciliar, edificado por la Compañía de Jesús; se dice que a su inauguración asistió el que posteriormente sería San Francisco de Borja. El antiguo Seminario conciliar incorpora una iglesia de considerables dimensiones, en la que se conservan varias imágenes de notable valor. El edificio está hoy convertido en centro de espiritualidad y residencia para asistentes a seminarios, reuniones, ejercicios espirituales, etc. también acaban de quedar instaladas aquí las oficinas y demás dependencias del Obispado de Segovia. Algunos Personajes Importantes TERESA DE CEPEDA Y AHUMADA (1515-1582), la gran mística y doctora de la iglesia, Santa Teresa de Jesús, nació en Ávila, aunque algunos historiadores se inclinan por alguna aldea cercana. En su juventud fue muy aficionada a la lectura, especialmente de vidas de santos, y antes de cumplir los 20 años ingresó como novicia en el Convento de Carmelitas de La Encarnación de Ávila. Decidida a devolver toda su pureza a la regla del Carmelo, inicia una serie de actividades, con viajes frecuentes para fundar nuevos conventos, trabajo en el que sufrió contrariedades, enfrentamientos... encontrándose en el convento de Salamanca, en 1574, afirma en su “Libro de las Fundaciones” que “estando un día en oración, me fue dicho de nuestro Señor que fuese a fundar a Segovia”, a la que llega el 18 de marzo de 1574 acompañada de algunas religiosas y de quien después sería San Juan de la Cruz, del que se afirma que dijo la primera misa en el nuevo convento, fundado bajo la advocación de San José del Carmen el día 19 de marzo del año citado. De este acontecimiento se hace eco el cronista segoviano Diego de Colmenares, en el capítulo XLV de su “Historia de Segovia”. Parece que Santa Teresa volvió a nuestra ciudad en tres ocasiones más, una de ellas meses antes de su muerte, acaecida en Alba de Tormes en 1582. Fue beatificada en 1614, canonizada en 1622 y declarada doctora de la iglesia por Pablo VI en 1970. Se cree, también, que durante alguna de sus estancias en Segovia escribió algunas páginas de su obra “Las Moradas”. FRANCISCO DE BORJA Y ARAGÓN fue un noble español, Marqués de Lombay y Duque de Gandía, que casó con Leonor de Castro, dama de la emperatriz Isabel, esposa de Carlos I. Encargado de trasladar el cuerpo de la emperatriz, a su muerte, a Granada, al descubrir el féretro y contemplar el cuerpo descompuesto sintió vivamente el despego hacia todo lo terreno, sensación que ya había experimentado en ocasiones, por lo que al fallecer su esposa en 1546, profesó en la compañía de Jesús y tuvo una estrecha relación con San Ignacio de Loyola; en 1551, siendo ya doctor en Teología por la Universidad de Gandía que él fundó, se ordenó de presbítero y renunció a todos sus títulos y privilegios a favor de su primogénito. Como General de la Compañía de Jesús sucedió al padre Láinez. Falleció en septiembre de 1572. AdmirorGallery 5.2.0, author/s Vasiljevski & Kekeljevic.