Cien años han pasado desde el Ulises de James Joyce. Cien desde su distinta Penélope, Molly Bloom. Más de cuarenta años han pasado desde Magüi Mira siendo esa Penélope. Esa Molly Bloom. Esa mujer de principios, apasionada, segura de sí misma, impúdica con el sexo, capaz de disfrutar de su propia vida. También de su imaginaria vida. Y cien años después y más de cuarenta años después, Molly es el personaje perfecto y Magüi la actriz idónea para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.Molly Bloom no ha cambiado. Molly Bloom sigue siendo una mujer libre, una mujer casada y cansada, capaz de hartarse de su vida matrimonial, romper las cadenas y buscar oxígeno. Molly Bloom, en muchos casos y desgraciadamente, sigue siendo esa mujer que escandaliza a sus vecinos, a su familia; esa mujer con la que la vida es injusta y que a la vida, pese a todo, sonríe. Directa, soñadora, invencible. «Molly dice sí a la vida. Con un humor más descarado y sabio. Y por eso, hoy, su capacidad de provocación es más impactante. De ahí nace su apabullante belleza», asegura quien la protagoniza, quien la vive y quien la reinterpreta hoy, cuatro décadas después.Molly Bloom es el monólogo de una mujer que, esperando el regreso de su marido, deja escapar su pensamiento más íntimo; lo que le provoca llamas dentro y llama la atención del mundo fuera. El Big Bang que hace estallar uno de los muchos universos femeninos. Eso es Molly Bloom. Sí.
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