El silencio es condición indispensable para la aparición del sonido, para hacer habitable el verbo. Cuando el lenguaje no alcanzaba a expresar los más hondos abismos humanos, la música emergió como una vía privilegiada que nos ponía en contacto con lo mistérico, con el elemento trascendente de la realidad. Surgió entonces el rito musical, donde palabra y melodía se dan la mano para acceder a un espacio en el que se honra a los espíritus y a los dioses, donde se invoca a lo desconocido e incluso a lo prohibido. El rito es un ceremonial sagrado y protegido, un lugar simbólico donde los seres humanos se congregan para acceder a lo inmanifestado, a lo que gusta de ocultarse. La música es el corazón del rito, el latido que da vida e ilumina los ritmos de la ceremonia. Pero si el rito es el mapa, lo es porque también indica los límites, todo cuanto queda fuera de nuestro entendimiento. El rito es la entrada a lo misterioso, y la música, el vehículo que nos conduce a esa terra incognita. Por eso, la música acaba porceder al imperio del silencio, y en él culmina su recorrido. La música es rito porque es el único lenguaje que nos devuelve a la condición de todo lo posible. La música es rito porque es el único lenguaje que nos habla de lo imposible.
Concierto el 23 marzo a las 20:00 horas en la Cueva del Convento de San Juan de la Cruz.
Entradas: 10 euros