LA SERREZUELA Tipo: Rs. B**Dirección: C/ Real, 27Código Postal: 40542Población: MONTEJO DE LA VEGA DE LA SERREZUELATeléfono 1: 627 181 144Número de Plazas: 66Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.Tipo de Restaurante: Fusión - GourmetEspecialidad: Cocina de temporada km 0Descripción El restaurante La Serrezuela en Montejo de la Vega de la Serrezuela es un atractivo añadido a la localización, que puede presumir de ser entrada al parque natural de las Hoces del río Riaza. Comedor ubicado en la planta superior, vigas de madera, piedra, iluminación acogedora y mínimos toques de modernidad amenizados por una banda sonora muy personal en su volumen justo. No hay carta: dos entrantes, dos principales y un postre resumidos en 'cinco platos'. Cada elemento que entra en escena tiene nombres, apellidos y una historia que se encargan de contarte: las hierbas son del huerto, la oveja del paisano del pueblo, el foie artesanal con hígado de patos sorianos. Manejan lo que da la tierra y conocen las costumbres gastronómicas de los habitantes de la zona. Juegan con los productos de la zona y lo que da la temporada, de la huerta las hierbas, del río la trucha, del campo la cebada y del pasto la oveja. La procedencia italiana queda patente en el risotto de ropa vieja o un panacota purista, nata cocida con helado de leche y polenta cultivada por el padre del cocinero. Comer en La Serrezuela es una experiencia gastronómica porque te hace conectar con elementos de la tierra y sobre todo porque es un placer degustar cada plato cuando su cocinero te explica con pasión el origen y proceso de cocinado del producto. Si Giorgio sustenta la cocina Miguel hace lo propio con la cava. Sugiere con cada plato referencias de la tierra y desprende un profundo conocimiento del mundo del vino, los caldos con los que acompañó los platos fueron originales y muy apropiados. La Serrezuela es un lugar por el que merece la pena hacer kilómetros para degustar sabores primigenios, sin lujos externos.