Por la Campiña Segoviana En el centro oeste de la provincia, se despliega una planicie homogénea y suave, la campiña, donde los cielos parecen mucho más extensos. Cerros y humedales rompen la monotonía, en unos podemos dejar volar la mirada hasta la lontananza y en los otros observar gran variedad de aves. En nuestro recorrido seguiremos las huellas de grandes personajes del pasado, que dejaron su impronta en la piedra esculpida o en la edificación grandiosa. Es tierra donde está representado el mudéjar, el castillo y el gótico. Iniciamos la ruta desde Segovia y nos dirigimos a Santa María la Real de Nieva por la CL-605. En el mismo centro del pueblo nos encontramos el regio monasterio dominico que fundó la reina Catalina de Lancaster, abuela de Isabel la Católica. Es su claustro, construido entre el 1395 y 1437, joya gótica esculpida con primor sucediéndose en sus 87 capiteles tanto escenas cotidianas de carácter naturalista como otras referentes al bien y al mal, teñidas éstas aún de espíritu románico. En la iglesia monacal dedicada a la Virgen de la Soterraña, admiramos antes de entrar su soberbia portada gótico flamígera y ya en el interior, un alfarje con esmerada decoración del s. XV, instalado en el sotocoro; en la Capilla Mayor, reposan en un sobrio mausoleo, los restos de la reina Blanca de Navarra, primera esposa de Juan II de Aragón, la cual murió en esta Villa cuando regresaba de un peregrinaje a Guadalupe. Nos dirigimos ahora al Cerro de San Isidro, para descubrir sobre las peñas de pizarra unos petroglifos del Paleolítico Superior con escenas de danzas, animales y jinetes. Tomamos la SG-P-3411, dirección Bernardos, hasta coger el desvío de Domingo García a nuestra izquierda y a los pocos metros vemos el indicador “Domingo García. Grabados rupestres”. En uno de los cerros se halla la Ermita de San Isidro, con once tumbas antropomórficas excavadas a su alrededor, probablemente visigodas. Es un reto ir descubriendo los trazos milenarios, y otros no tan antiguos, que nuestros antepasados se entretuvieron en grabar; las vistas que desde aquí se disfrutan de toda la campiña con la sierra al fondo son arrebatadoras. Volvemos a la SG-P-3411 y llegamos a las crestas de Bernardos, población de ricas canteras de pizarra en activo, en cuyo cerro de la Virgen del Castillo se yerguen los restos de unas potentes murallas tardorromanas elaboradas con dicha piedra. La belleza y calidad de sus pizarras verdosas, anaranjadas y grisáceas, hizo que se utilizaran ya desde Felipe II para la construcción de palacios reales. Por la SG-V-3321 llegamos a Navas de Oro, población a caballo con Tierra de Pinares y que cuenta con un didáctico Museo de la Resina que nos ayudará a comprender la fuente de la economía de esta tierra. Los amantes de las aves están de suerte, pues estamos en zona de lagunas donde acuden a beber numerosas especies como el aguilucho lagunero. Seguimos hasta Coca, la Cauca romana donde nació el emperador Teodosio el Grande. Poco antes de entrar en la población, se halla el yacimiento de una lujosa residencia romana, junto al Lavadero los Cinco Caños, de entrada libre. Ya en Coca visitamos el elegante Castillo gótico-mudéjar construido y decorado a base de ladrillos por la familia de los Fonseca. Poderosa cabeza de la Comunidad de Villa y Tierra de su nombre, quedan de su pasado restos de murallas y la Puerta de la Villa, junto a la cual dos verracos indican que ya los celtiberos la habitaron, hasta el día que fueron pasados a cuchillo por los romanos. En la Iglesia parroquial de Santa María la Mayor son de admirar las tumbas de los Fonseca, en mármol de Carrara. Paseando por sus calles veremos una alta torre, también mudéjar, que cumplió funciones de vigilancia, es el único vestigio de la destruida Iglesia románica de San Nicolás. Siendo Coca una población rodeada de un extenso pinar, cuenta con el Museo Nacional Forestal, a 2 km, por la carretera de Villagonzalo. Para relajarnos un poco, nada mejor que un paseo por las cercanas lagunas salinas del Cantosal y nos dirigimos a Rapariegos por la carretera de Arévalo. A 18 km hallamos el Monasterio Mudéjar de Santa Clara de Asís del s. XIII, de insólita belleza, donde Isabel la Católica pasó algunas jornadas de sosiego y hoy las monjas venden dulces y confeccionan bordados. En pocos kilómetros tenemos representado el arte mudéjar en las iglesias de: Torocirio, Montejo de Arévalo, San Cristóbal de la Vega, Montuenga, Melque de Cercos. Por la N-601 llegamos a Martín Muñoz de las Posadas, repoblada en el s. XI por Martín Muñoz, uno de los capitanes del Cid. En su señorial Plaza Mayor semiporticada perduran vetustos edificios como el Palacio renacentista del arquitecto Gaspar de la Vega, que mandó construir el cardenal Diego de Espinosa, inquisidor y ministro de Felipe II, imprimiendo lustre a esta población de labriegos, ganaderos y tratantes, así su Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción posee rica fábrica del s. XVI, construida sobre otra primitiva del s. XIII, y alberga un espléndido lienzo de la Virgen del Desprecio, de la escuela de Rafael, el sepulcro del Cardenal Espinosa elaborado por Pompeyo Leoni y otras obras escultóricas de gran valor. Sin embargo, su mayor tesoro es “El Calvario”, un cuadro del Greco con una historia novelesca por detrás. Regresamos a Segovia pasando por Labajos, topónimo que hace referencia a los numerosos lavajos, zonas de acumulación de aguas, que encontramos por el entorno.