El dolmen de Santa Inés, primera estructura funeraria excavada en Segovia El presidente de la Diputación, Miguel Ángel de Vicente, ha conocido, de mano de los arqueólogos que trabajan en el dolmen de Santa Inés de Bernardos, los avances en las excavaciones de esta estructura funeraria; la primera que se excava en la provincia de Segovia. De Vicente, quien compartió visita con los alumnos del CRA El Pizarral de Bernardos, fue así testigo de los últimos movimientos que el equipo de profesionales y voluntarios liderado por Raúl Martín Vela, de Eresma Arqueológica, está realizando en la zona en este 2019, antes de que den comienzo los trabajos de análisis posteriores en el laboratorio, durante los cuales se podrá avanzar en los detalles de los restos arqueológicos detectados. Entre éstos, los profesionales que han trabajado este verano en las excavaciones, destaca la identificación de grabados en uno de los ortostatos −las losas verticales que delimitan la cámara funeraria−, así como el hallazgo de restos de cerámicas de épocas posteriores al Neolítico, época en la que está fechado el dolmen de Santa Inés. “Haber encontrado estos restos, que podrían proceder del Calcolítico, el Bronce y el Hierro, puede significar que este monumento funerario haya sido luego reutilizado, amortizado en épocas posteriores”, indicaban los arqueólogos, añadiendo que lo que habría sido, en principio, un lugar de enterramiento colectivo, habría pasado a suponer, dentro de toda la coraza del dolmen, un aprovechamiento para hacer algún enterramiento individual. Además, el dolmen identificado en la zona podría no ser el único, ya que según explicaba Raúl Martín Vela, recientemente el arqueólogo territorial de la Junta, Luciano Municio, ha indicado la posibilidad de que exista un campo de dólmenes en esta zona. Según lo concluido hasta ahora, el dolmen de Santa Inés es una sepultura de corredor que cuenta con un peristilo de aproximadamente 30 metros de diámetro y una cámara funeraria que supera los tres metros. Está construido con lajas de pizarra, al igual que su coraza, que ejercen de contrafuerte a la bóveda que tenía la cámara funeraria, y pertenece al periodo del Neolítico, en torno al año 3.500 a.C. Este hecho invita a pensar en la posibilidad de encontrar en las proximidades algún poblado de aquella época, en la que se llevaban a cabo las primeras labores de agricultura y ganadería y se dejaba de perseguir la caza.