Cuéllar: por qué esta villa medieval entre pinares es uno de los pueblos más bonitos de Segovia

Cuéllar: por qué esta villa medieval entre pinares es uno de los pueblos más bonitos de Segovia

A ritmo de una tonadilla tradicional castellana y enfundado en sus calzones colorados, con zamarra, alpargatas y bota de vino en mano, el pastor Paulino recibe a los visitantes en la explanada del castillo de los Duques de Alburquerque de Cuéllar, la joya de la corona de la segunda localidad más grande de Segovia (tiene más de 9.000 habitantes), además de uno los pueblos más bonitos de la provincia. Hay que sumar otro punto a favor, desde el punto de vista madrileño, de esta villa medieval rodeada de pinares (así se llama la comarca natural en la que se enclava): está a apenas una hora y media en coche de la capital, por lo que se presenta como la escapada de fin de semana perfecta.

La propia fortaleza, declarada Monumento Artístico Nacional junto a las murallas que la rodean, es el punto de arranque de la obra teatral Los Nadies, que funciona a modo de ruta turística por los principales atractivos de este municipio con varios récords en su haber. De los encierros de toros más antiguos de España (los primeros documentos datan de 1215) a una de las colecciones de monumentos mudéjares más nutridas de Castilla y León.

El castillo es un ejemplo. Igual que el Estudio de Gramática en el que también trastea Paulino junto a sus compañeras de reparto, refajo y, claro, bota de vino, Jualiana y Martina. Frente a su fachada explican al público que ésa era la antigua casa-cuna en la que dejaban abandonados a los huérfanos del lugar, a los que apellidaban Cuéllar.

El tour mudéjar sigue en la puerta de San Basilio, el ábside de Santiago o las iglesias de San Esteban, San Andrés o San Martín, reconvertida en Centro de Interpretación de este estilo artístico. De la historia de esta última, declarada Bien de Interés Cultural, dan buena cuenta los actores.

También se acercan a chismorrear a los antiguos lavaderos, donde hasta se arrancan por seguidillas. "Hemos investigado en archivos, entrevistado a etnográfos y hablado con los mayores, incluidas mis abuelas, para que nos cuenten qué se vestía, qué se cantaba o cómo se hablaba en 1833, la época de Los Nadies", comenta, tras la ruta, el actor Diego Baeza, o Paulino para los turistas.

 

HOMENAJE A LOS LABRADORES

Todo con tal de rendir el más fiel homenaje a los labradores, ganaderos o artesanos de entonces, "esos nadies que no aparecen en los libros de Historia, pero que sí son parte de la nuestra y de cada uno de nosotros", añade Aurora Mayo, otra de las cuatro integrantes de la compañía encargada de escribir y representar las propuestas teatrales del Ayuntamiento (ocho cada fin de semana durante este otoño-invierno). No en vano, forman parte de la plantilla del Consistorio. "Vemos fundamental apostar por la cultura así. Además, es una forma diferente de dar a conocer nuestra localidad", explica Maite Sánchez, concejala de Cultura, Turismo y Patrimonio.

Los actores también realizan las visitas guiadas al castillo transformándose en los personajes que le dieron vida como Hernán López de Yanguas, humanista al servicio de los duques de Alburquerque; Catalina la baratilla, manceba de palacio, o algunos de los presos que intentaron fugarse del edificio, ya convertido en cárcel tras la Guerra Civil.

Tampoco hay que olvidar al escritor José de Espronceda, exiliado en la villa tras leer en público un poema en el que criticaba al Gobierno. En el castillo escribió su novela Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar. La historia literaria del municipio no acaba aquí. Alfonso X el Sabio le concedió el Fuero Real y quien sabe si El Quijote hubiera visto la luz si su primer censor, Antonio Herrera, orgulloso cuellarano, no hubiera hecho la vista gorda con algún que otro episodio sospechoso.

El recorrido por esta villa en la convivieron musulmanes, judíos y cristianos finaliza en los barrios de la Morería y la Judería, donde destaca la Capilla de la Magdalena, "un antiguo hospital al que solo iban pecadores, ya fuesen prostitutas o enfermos que se consideraban castigados por Dios por sus vicios con sífilis o lepra", apunta Sánchez. La curiosa estatua de un hombre masturbándose en la arcada de piedra de la entrada avanza las intenciones.

 

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GASTRO. Homenaje micológico con vino de la tierra

El menú Buscasetas del hotel y restaurante San Francisco incluye bolitas de setas, judíones con boletus edulis, lechazo y fresas con simelli.

COMPRAS. En busca de productos locales

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DISEÑO. De la iglesia más antigua a restaurante

El gastrobar San Pedro Refectorio se levanta en la iglesia homónima, de 1090. Sirve gazpacho de queso, chorizo de jabalí, chuletón...

MUSEO. Recuperación cultural de las tenerías

El lugar en el que la piel animal se convertía en cuero es un centro expositivo donde detallan el proceso. Tiene, además, un jardín de bonsáis.

 

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Fuente: El Mundo Viajes