Sepúlveda, la Villa de los mil miradores Un municipio de apenas 1.200 habitantes, con mucha historia a sus espaldas, y en la que a lo largo de su milenaria historia llegaron a establecerse hasta tres religiones distintas: la cristiana, la musulmana y la judía. Un municipio en el que han habitado desde visigodos, celtíberos y arévacos, hasta musulmanes y romanos. En definitiva, una villa medieval situada en tierras segovianas, encajonada entre los cerros de Somosierra y la Picota, y que está considerada como uno de los pueblos más bonitos de España por lo que, como tal, pertenece a la Asociación que los declara, y que el viajero debe conocer en algún momento de su vida además de recorrer sus empinadas calles y plazas, contemplar la muralla o conocer por dentro sus iglesias románicas. Sepúlveda es conocida también como la villa de las siete puertas, por los accesos de su muralla (Puerta del Ecce Homo o del Azogue; Puerta del Río; Puerta de la Fuerza; Puerta del Postiguillo; Puerta de la Judería; Puerta de Duruelo; Puerta del Vado), o como la Villa de las mil miradores, por su privilegiado entorno natural para la contemplación y práctica de senderismo. La muralla original encerraba a todo el casco urbano en torno a ella y estaba formada por siete arcos de entrada y salida que se cerraban cada noche y que ayudaban a proteger a la ciudad de posibles ataques de enemigos en guerras y conflictos. Y es que Sepúlveda aúna historia, arte, gastronomía, naturaleza, cultura inmaterial y cultura viva como ninguna otra localidad en este país llamado España. De hecho, hay quienes van más allá y consideran que este municipio segoviano es el museo vivo más grande del mundo. así como por sus empinadas calles, vimos su muralla, iglesias románicas y plazas, Un pueblo mágico y repleto de enigmas, empezando por su nombre, sobre el que los autores no se ponen de acuerdo. Su primera mención histórica aparece en la Crónica de Alfonso III como uno de los lugares que fueron despoblados en las correrías de Alfonso I contra los musulmanes. En dicho texto es denominada en la forma latina de Septempublica, una latinización erudita de Sepúlveda aunque el significado del nombre no es seguro, por lo que su significado está aún por descubrir. Otra de las singularidades de Sepúlveda es su paisaje, condicionado por su geología, ya que esta Villa segoviana está situada entre barrancos, fruto de la erosión del río Duratón, que nace en Somosierra, y avanza en su recorrido hasta que se encaja en las calizas sepulvedanas. A su paso por éstas, erosiona el pliegue en rodilla y continúa su curso de forma paralela al pliegue durante varios kilómetros, encajado en las calizas. Esta erosión ha provocado formas tan peculiares y características como la conocida “Silla del Caballo”, lugar cercano al Puente Talcano. La fauna es abundante, con las aves como protagonistas con el buitre leonado a la cabeza. Y es que las Hoces del Río Duratón, declarado Parque Nacional, albergan una de las mayores reservas existentes en España de este majestuoso rey de los cielos. Pero lo mejor de todo, es la facilidad que hay para poder disfrutar de ellas con la vista. Gracias a su espectacular cañón, existen varias rutas de senderismo para quienes gustan de andar, como la Senda de los dos Ríos o la Senda de la Glorieta. Sepúlveda ofrece igualmente al visitante museos y centros de interpretación, como el de la Antigua Cárcel de Sepúlveda, también oficina de Turismo, y una exquisita gastronomía con el lechazo asado como plato estrella. Pero antes de llenar el estómago, lo primero que hay que hacer en Sepúlveda es pasear y disfrutar de esta villa medieval de sus calles y callejuelas del casco antiguo que apuntan al cielo; de sus casas palaciegas, como La casa de los Proaño o la Casa del Moro, que destaca por su fachada plateresca con la cabeza de un moro en su frontón que hace referencia a la toma de la villa por el Conde Fernán González; o de su preciosa Plaza Mayor situada junto al antiguo castillo y las murallas, donde puede verse una de las siete puertas de acceso a la ciudad: la del Ecce Homo. El castillo es visita obligada en la actual Plaza Mayor. De origen romano, posteriormente fue reformado por los árabes tras la conquista del territorio, convirtiéndolo en una alcazaba de la que todavía quedan algunos restos. Sin embargo, cuando Fernán González reconquistó Sepúlveda en 940 lo acondicionó como castillo adosado a las murallas para asegurar la defensa de la zona. En el siglo XVIII, se le añadió una fachada de estilo neoclásico, dotándolo de un nuevo aspecto, añadiendo también un reloj y una espadaña, en la que se encuentra la zángana, una campana que sonaba a las diez de la noche para anunciar el toque de queda con el que cerraban las siete puertas de la villa. Actualmente, el castillo de Fernán González acoge exposiciones culturales y actividades de ocio. Románico sepulvedano La Villa cuenta con varios templos históricos románicos y de una gran belleza, como la Iglesia de Nuestra Señora La Virgen de la Peña, un santuario románico datado en el siglo XII que se encuentra situado sobre una de las Hoces del Río Duratón, y en el que sobresale el Tímpano, a la entrada, uno de los rincones artísticos más especiales de la villa que alberga en su interior la imagen de la patrona de la Villa. Tras una de las famosas puertas de la muralla de Sepúlveda, la Puerta del Azogue, se hala incrustada en las mismas murallas la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, templo románico de los siglos XII y XIII, que fue declarada Monumento Nacional en 1931 y que en la actualidad alberga en su interior el Museo de los Fueros, en el que se repasa la historia de la villa desde el siglo XIII hasta el XVIII a través de una exposición ordenada cronológicamente en capítulos. Pero la principal iglesia románica de esta Villa segoviana es la del Salvador, primera también de la provincia de Segovia, ya que data de finales del siglo XI y declarada Bien de Interés Cultural. Tiene un precioso pórtico mientras que la torre se encuentra separada de la iglesia pero comunicada con esta por un pasadizo y en su interior de una sola nave, podemos contemplar un bonito ábside semicircular con ventanales. En el otro extremo de la plaza mayor, hay una escalera de piedra con un crucero renacentista que lleva a la iglesia de San Bartolomé cuyos orígenes son románicos ya que se hizo entre los siglos XI y XII, su única nave está cubierta de madera y la torre se encuentra adosada. Y en la Casa del Parque de las Hoces del Duratón se encuentra otra joya románica como es la Iglesia de Santiago, en cuyo interior también se conserva una necrópolis del siglo X que forma parte también de la visita. Dentro de ella se ubica un centro de interpretación de la flora y fauna de la reserva. Fuente: larazón.es