Exposición permanente del escultor Florentino Trapero en Aguilafuente El próximo 16 de octubre se conmemorará el 130º aniversario del nacimiento del escultor Florentino Trapero, nacido en Aguilafuente en 1893 y fallecido en Madrid en 1977. El Ayuntamiento de Aguilafuente, a través de la Concejalía de Cultura, está organizando distintas actividades con motivo de la efeméride y, después de una reciente reestructuración del museo municipal dedicado a su obra, está trabajando por dar mayor difusión a esta Exposición permanente abierta en 2004. La concejala de Cultura, Claudia Mateo, explica que el Domingo de Ramos, el 2 de abril, además de sacar a la calle, como se ha hecho otros años, una de las piezas de arte religioso más emblemáticas del museo, la maqueta de ‘La Borriquita’, que sale en procesión ese día en Zamora, este año se expondrán por el pueblo otras piezas o pasos en pequeño formato de Semana Santa, obras de Trapero. No será la única actividad, ya que anuncia que se programarán también conferencias y otros eventos vinculados al escultor. El padre de Florentino, Ángel Trapero, era secretario municipal y el escultor, tercer hijo con su mujer Cándida Ballesteros, nació en plena Plaza Mayor de Aguilafuente, en el seno de una familia que vivía en esta villa segoviana desde hacía 500 años. Un año después de su nacimiento, la familia se mudó a Lastras de Cuéllar, donde el padre fue destinado para ocupar también el puesto de secretario de su Ayuntamiento. Allí fue donde Florentino comenzó a manifestar su vocación artística. Durante una clase de Historia, comenzó a copiar unos grabados explicativos sobre varias civilizaciones y el maestro, Tomás Gómez, al descubrirlo, en lugar de castigarle decidió hablar con sus padres sobre el talento de su hijo. Años después, mientras ayudaba a su padre como auxiliar oficial en las obras municipales, en ratos libres dibujaba a los vecinos del pueblo sin que se percatasen. Pero el párroco, don Esteban Sanz, sí lo hizo y tanto le gustaron que le retó a hacer la escultura de un santo, el que más le gustase de la iglesia de Lastras. Hizo una Purísima y un San José, dejando sorprendidos a quienes las contemplaron, por lo que entre unos y otros decidieron enviar una carta de recomendación a Aniceto Marinas, escultor segoviano ya de prestigio y académico de Bellas Artes desde 1903. Poco antes de que Florentino cumpliese los 15 años, la familia se traslada a Madrid, nuevo destino del padre, pero seguía acudiendo a Aguilafuente o Lastras siempre que podía. En Madrid, Marinas aprecia la obra de Florentino y se compromete a formarle en una academia preparatoria para el ingreso en la Escuela de Arquitectura. Sin embargo, poco antes de cumplir los 16 años, en 1909, es admitido en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, la Escuela de San Fernando, pensionado por la Diputación Provincial de Segovia. Terminó allí su formación con sobresaliente de nota media y se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos para aprender Escultura Decorativa y Cerámica Artística. En el poco tiempo libre del que disponía, ayudaba a Aniceto Marinas en su estudio, al principio como aprendiz y luego con sueldo de 150 pesetas al mes. En 1913, Trapero recibe el título de Profesor de Dibujo y empieza a ver una salida a su impulso artístico en las exposiciones, entre otras en locales de la Diputación de Segovia, junto a su amigo garcillanense Lucio Roldán Esteban. En 1932 fue nombrado profesor de Dibujo en un instituto de Bachillerato de Jaca (Huesca), al año siguiente es destinado a Reinosa (Cantabria) y en 1935 gana por oposición la Cátedra de Dibujo con plaza en Avilés, donde forma una familia con su mujer, Cristina, profesora de Idiomas. Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, el alcalde de Avilés le encarga el inventario de obras de arte y patrimonio cultural del municipio, por lo que más adelante fue condenado por la dictadura. Además, enseñó dibujo a las mujeres que trabajaban en industrias locales y desempeñó puestos en la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza de Asturias (ATEA). El 20 de octubre, Florentino intenta marcharse de Avilés en un barco pesquero, huyendo de la guerra, como poco antes lo habían hecho Cristina y sus cuatro hijos, pero es arrestado, juzgado y condenado a 20 años de prisión por auxilio a la rebelión. Cumplió los primeros años de reclusión en la prisión de Figueirido (Pontevedra) hasta que en 1940, debido a la sobrecarga del sistema penitenciario, se le revisa la pena, quedando en 6 años, y consigue la libertad condicional en noviembre de 1941. Durante su estancia en presidio realizó innumerables dibujos y retratos. Al salir de la prisión, inhabilitado para ejercer como profesor, se mantiene con los pocos ingresos que obtiene con restauraciones encargadas por particulares hasta que en 1943 la Diócesis de Sigüenza le contrata como escultor jefe de la restauración de todas las estatuas de la catedral de esta localidad de la provincia de Guadalajara, donde permaneció siete años. En 1950, realizó, por concurso, el paso conocido popularmente como ‘La Borriquita’, para la Real Cofradía de Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén, de la ciudad de Zamora, una de sus obras religiosas más representativas. Además, en 1954 restauró 24 pasos de la Semana Santa de Zamora y en 1957 talló la imagen de Nuestra Señora de la Resurrección, que cerraba los desfiles en la capital zamorana. Mientras trabajaba en Zamora, inició otros proyectos y, por ejemplo, entre 1952 y 1956 esculpió en piedra para la fachada de la Universidad Laboral de Gijón las estatuas de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Quevedo, Tirso de Molina y Moratín. En 1955 diseñó y talló en madera el Altar Mayor de la iglesia de Galapagar (Madrid), compuesto por tres estatuas y ocho relieves policromados. Retoma a partir de 1956 la docencia, primero con una academia de dibujo junto a su hijo Juan Jesús y luego en Valdepeñas, donde fue renombrado catedrático de instituto. Ese mismo año elabora la estatua del monumento a Andrés Laguna en Segovia. Al año siguiente es destinado al instituto de Ávila. Desde su jubilación, en 1963, con 70 años, inicia una nueva etapa marcada por la muerte de Cristina el 31 de julio de ese mismo año, lo que hace que se refugie en el arte y alcance su mayor esplendor artístico y creativo, que se tradujo en algunas de sus obras maestras. En 1964 talló en piedra de Campaspero (Valladolid) el grupo escultórico de La Piedad para el panteón familiar del cementerio de La Almudena de Madrid, donde descansan tantos sus restos como los de su mujer, Cristina. Entre 1967 y 1969 modeló y talló en mármol italiano el ‘Adán arrepentido’ situado en la plaza de la Cruz de Aguilafuente, gracias a la donación de su hijo Juan Jesús, quien costeó la obra destinada a estar en el jardín de su casa. Con 80 años, en 1973, realizó para el Convento de Carmelitas Descalzas de Boadilla del Monte (Madrid) un grupo escultórico de La Anunciación, una figura del Corazón de Jesús y un altorrelieve de San José. Dos años después realizó el busto del marqués de Lozoya para el Centro Segoviano de Madrid, obra que probablemente fue su último encargo, aunque su última escultura es un San Cristóbal en madera policromada. Museo Es en Aguilafuente donde se encuentra la mayor colección de piezas del artista en la exposición permanente, de gestión municipal, que acoge en dos salas 98 esculturas, incluyendo bocetos y moldes, principalmente de escayola, que ayudan al visitante a comprender el trabajo del artista y a aprender las peculiaridades del proceso de creación escultórica a través de la observación de los pasos previos a la obra final. En la primera de las salas se encuentran parte de los proyectos de algunas obras que Florentino Trapero realizó en el ámbito civil, como un boceto en escayola del monumento a la infanta Isabel (1955) o los relieves del Hachero y el Segador (1958). También se encuentran en ella bocetos realizados en plastilina y una importante muestra de dibujos y retratos. ‘Paloma al vuelo’ (1973), una talla directa sobre madera, da la bienvenida al visitante en la segunda sala, que contiene obras de imaginería, destacando la maqueta del citado paso de La Borriquita o el boceto en escayola del paso de la Última Cena. Pero no solo en este museo puede contemplarse su obra, porque las calles de Aguilafuente son contenedor de otras como algunas fuentes de la villa, donde el tema elegido por el escultor es un homenaje a dos de los motores económicos del municipio: el pinar y la labranza. La más representativa es la fuente monumental de Los Oficios, en la plaza de la Fuente, tallada en piedra caliza, con relieves en los que destacan el nivel de detalle de la anatomía de los personajes de el Hachero y el Segador. A ella se suma la ya citada escultura de ‘Adán arrepentido’, que realizó junto a su hijo Ángel en mármol de Carrara, y puede verse en la plaza de la Cruz. Para visitar la exposición permanente es recomendable concertar cita en el Ayuntamiento de Aguilafuente, a través de los teléfonos 605 842 481 / 921 572 038 o los correos electrónicos Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Como bien dice su concejala de Cultura, esta localidad bien merece dedicar toda una jornada para su visita. Fuente: El Adelantado de Segovia