Aldeasoña, un pueblo sin plaza Aldeasoña es uno de los tantos pueblos segovianos de pocos habitantes en invierno y muchos más en verano. Con 65 vecinos censados, el municipio perteneciente a la comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, del norte de Segovia, tiene una historia tan antigua como Castilla. Restos visigodos, romanos, e incluso arévacos y vacceos, se pueden encontrar en las inmediaciones de esta pequeña población segoviana. Destaca de Aldeasoña que no tiene plaza desde 1935 por culpa del empeño de un vecino que quería hacer su casa en la plaza la cual reclamaba haber comprado, y que consiguió ganar el tira y afloja con el alcalde del pueblo. No queda claro si la justicia le dio la razón o simplemente procedió a la construcción de la casa sin tener en cuenta las réplicas, lo que sí es seguro es que dejó a la pequeña localidad sin su centro de reuniones por excelencia. La Casa del Mayorazgo, una joya de la arquitectura civil del siglo XVIII Hoy utilizada como bodega particular no visitable, la Casa del Mayorazgo de Aldeasoña está considerada una de las muestras de arquitectura civil rural del siglo XVIII mejor conservadas de la provincia de Segovia. La casa la construyó la familia Núñez en 1715 a la vez que instituyó el mayorazgo con el objetivo de evitar que su patrimonio se fuese dividiendo a lo largo de las generaciones. La familia del mayorazgo no tardó en trasladarse a finales de siglo a Peñafiel, uno de los pueblos vecinos de Aldeasoña. Amurallada, con varias puertas en arco de medio punto y construida en sillería, la Casa del Mayorazgo es actualmente propiedad de la familia Pitarch, descendientes directos de los Núñez de Aldeasoña, que perdieron su apellido al ser toda su descendencia mujeres. Y, haciendo honor a su prestigio, desde la casa existe una entrada directa a la iglesia del pueblo a través de una pequeña puerta de madera. Un patrimonio lleno de historia Un rollo de piedra, rematado con una cruz en su vértice, acompaña a la iglesia parroquial de Santa María Magdalena. Una portada románica decorada con capiteles labrados con motivos vegetales y geométricos recibe a todo aquel que, ya sea por motivos religiosos o turísticos, visite la iglesia. Formada por dos naves, pese a que tradicionalmente en las iglesias ese número es impar, en su interior abandona el estilo románico para dar paso al gótico. Cabe destacar que, tras su retablo renacentista, dedicado a la Virgen del Rosario, en 2012 se encontró una talla de madera del siglo XII de una virgen bautizada por los vecinos como Nuestra Señora de Aldeasoña. Se trató de un hallazgo tan singular e importante que dio lugar a una fiesta en su honor el sábado más próximo al 24 de septiembre, fecha del aniversario de su descubrimiento. Apocada y humilde, a las afueras de Aldeasoña yacen los resquicios de dos de los muros de mampostería de la ermita de Santa Eugenia, abandonada por la Cofradía de la Veracruz y demolida a finales del siglo XVIII con el propósito de reformarla por, según cuentan las crónicas de la época, problemas estructurales. Sin embargo, se trató de una pretensión demasiado ambiciosa, puesto que, ya fuese por problemas de terreno, económicos, o por simple desinterés, esto nunca llegó a suceder. La familia Pitarch adelantó parte de los gastos de la restauración, pero al no realizarse se les entregó en compensación la imagen de Santa Eugenia, que actualmente se encuentra en la Casa del Mayorazgo del pueblo. Por último, pero no menos importante, en Aldeasoña se conserva un lavadero en perfectas condiciones junto a la llamada fuente de los cuatro caños. Es sorprendente cómo el agua no deja de brotar constantemente de sus cuatro salidas, y no solo eso, sino que tiene de sobra para alimentar también al lavadero. Fuente: máscastillayleon.com