Turismo Arqueológico, vida y muerte en Segovia hace más de 6.000 años Vida y muerte en Segovia hace más de 6.000 años En El Dolmen de Santa Inés de Bernardos se ubica un lugar de enterramientos de las civilizaciones de la zona segoviana desde la cultura megalítica Hace 6.000 años, tanto en la Península Ibérica como en la zona de Bretaña, se localizaba la cultura megalítica. Menhires y túmulos junto a los famosos dólmenes forman parte de lo que se conoce como la cultura del mega (grande) y lito (piedra). El Dolmen de Santa Inés, en el término municipal de Bernardos, se ubica el lugar de enterramientos fúnebres de las civilizaciones de la zona segoviana y va a “marcar un hito de cara a este fenómeno en la provincia”, destallan desde el grupo Eresma Arqueológica en relación a la importancia de este descubrimiento y el estudio del área en la que se encuentra. En la provincia de Burgos hay más de 250 construcciones megalíticas y en Salamanca un centenar, mientras en Segovia, en cambio, apenas hay dos documentadas, una en Castroserna y esta de Bernardos. “Son los primeros que se encuentran pero no quiere decir que sean los únicos, el problema es que no se han estudiado antes. Por esa razón tiene tanta importancia el yacimiento de Bernardos”, ha explicado Raúl Martín Vela, arqueólogo del yacimiento.Este experto y el resto del equipo de Eresma Arqueológica son los encargados de llevar a cabo las excavaciones en el dolmen de Santa Inés desde 2018. Un dolmen es el esqueleto de un túmulo. El que se encuentra en Bernardos mide unos 30 metros de diámetro y se halla rodeado de grandes piedras y losas que hacen de la estructura una gran edificación con posibilidad de ser vista desde lejos. Gracias a la colocación de grandes megalitos forman lo que supone la cámara central recubierta por una cripta circular con un corredor o pasillo, mediante la que se entraba a la zona central y se depositaban los cadáveres. “El yacimiento nos descubre su conocimiento en arquitectura, van apeando piedras y tierra de forma perimetral para contrarrestar los empujes”, afirman fuentes del yacimiento. Visto desde fuera sería como una joroba horadada donde los antiguos seres humanos enterraban a sus muertos. Visto hoy, es como si todo el tejado de grandes piedras del túmulo se hubiera venido abajo y realmente fue así. Aunque es una construcción de hace más de 6.000 años en épocas posteriores han continuado nuevos enterramientos. “Se ha seguido visitando pese a que haya finalizado como lugar de culto al fallecimiento”, explica Martín Vela, quien pone como ejemplo la ermita de Santa Inés, donde se sigue llevando flores pese a que su construcción data de la Edad Media. Se trata de un lugar de especial visibilidad, el túmulo no se hacía en cualquier parte, se levantaba en una zona que fuera visible desde muy lejos. Junto con la altura, el uso de la piedra de cuarzo combinada con la pizarra (predominante en la zona de Bernardos), lo que permite que la construcción pueda ser vista mejor gracias a la iluminación del sol en este mineral. Además, posee una orientación especial. La entrada en las galerías hasta el centro de la edificación estaba orientada al sureste, por donde sale el sol durante el solsticio de invierno. Desde el viernes 18 de agosto un nuevo descubrimiento en la zona ha permitido a los investigadores arqueólogos tener esperanzas en que eso sea el principio de un gran trabajo. La villa segoviana de Bernardos, localizada en la cabeza del Sexmo de Santa Eulalia, posee una de las fuentes culturales de arqueología más importantes, lo que corrobora el reciente descubrimiento de los restos de un niño de unos ocho años que podría corresponder a la Edad del Cobre (entre el 3200 y el 2200 antes de Cristo). Poseía un ajuar pequeño (una flecha tallada en silex) y se encontraba solo en el enterramiento. Los restos y objetos han sido trasladados a un laboratorio científico para preservarlos de las altas temperaturas y poder realizar las pruebas del carbono 14, además del intento, si es posible, de un estudio del ADN. Fuente: El Adelantado de Segovia